5 agosto 2003MARTES | 11 de marzo de 2003
Por María Susana Azzi*
Astor Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921. Todo innovador, como él lo fue, tiene la capacidad de revolucionar un género. Esto implica trascender el paradigma imperante en la época. Cuestionarlo a Piazzolla por trascender los cánones originales es -sin querer- desearle la muerte al tango. Es cierto que no todos los días aparece un genio, pero es bueno que cuando aparece, aunque sea tardío para algunos, se lo reconozca como tal. Reinventó el tango. Los Beatles, ¿qué música hicieron? Es bueno inventar y reinventar. Piazzolla fue y es un músico reconocido y respetado internacionalmente. Su música es original y seductora; una fusión creativa de jazz, tango y música clásica contemporánea, y tiene fuerza y polenta tanguera. Los extranjeros sienten ese vigor. Es la fuerza rítmica. Piazzolla tenía toda la música de la ciudad en su cabeza. Solía decir que sabía tres mil tangos de memoria. En cierto modo, tuvo la fortuna de llevar en la cabeza su capital de trabajo.
En un momento en que los argentinos debemos localizar y enfrentar nuestros defectos y errores, que los tenemos y son muchos, tampoco podemos negar que pocos países producen músicos y artistas de vuelo internacional como sigue produciendo la Argentina, y que, como Astor Piazzolla, tienen que irse al exterior para ser reconocidos. Alguien como Piazzolla no todos los países lo producen, por más ricos y desarrollados que sean.
Hoy se trata de romper paradigmas socio-culturales. Hay capacidad de innovar y dificultad para aceptar la innovación. También nos enfrentamos con la enorme capacidad que tiene la Argentina de generar personas talentosas y hasta de echarlas. Debemos cambiar el paradigma que nos tiene maniatados.
Astor Piazzolla es un constructor de la idea de argentinidad. Las fronteras no son sólo físicas: son simbólicas y flexibles. Piazzolla es Argentina en cualquier lugar del mundo donde estemos: también, en el frente de guerra que hoy nos angustia a todos. No fue un animal político. Fue un músico, que peleó para imponer su obra. Esa fue su guerra, una guerra cultural. Muy diferente de la que enfrenta hoy el mundo: fue una guerra de inteligencias musicales y culturales. La suya se impuso. Como toda guerra, la disputa piazzollistas-antipiazzollistas fue una guerra absurda.
Los argentinos debemos comprender que la producción cultural es tan importante como cualquier otra: se importa, se exporta, se intercambia, y el balance de ésta deja un saldo favorable o desfavorable para el país. Hemos exportado a Astor Piazzolla al mundo, y nos ha servido como imagen, reconocimiento, producción valiosa, por lo cual nuestros otros productos pueden resultar aún más atractivos. Astor Piazzolla es una marca y una identidad cultural y de nación. La argentinidad. La Argentina se hace a través de la producción cultural de muchos de nosotros. La música es una producción cultural. Esto es no sólo una definición sino una inserción en el mundo. En un mundo globalizado, la producción cultural adquiere aún más relevancia que antes. Es una diferenciación.
Por otro lado, el tema Piazzolla es un interesante ejemplo de un producto no tradicional: un tango no tradicional que a los argentinos les costó mucho reconocer. Hubo una campaña diría xenófoba dentro de los tangueros y tuvo que venir el mundo a reconocerlo para que le diéramos el justo valor. No sólo músicos extranjeros -clásicos, de jazz, populares- tocan su música en adaptaciones para otros instrumentos, sino que se inspiran en su música para crear nuevas composiciones: Al Di Meola, Gary Burton, Phil Woods (Piece for Piazzolla) con su clarinete y saxo alto. Es uno de los máximos instrumentistas a nivel internacional. La legitimación del tango original provino de París. Después, los argentinos aceptaron el tango. Esto nos habla de la dificultad que nosotros tenemos para aceptar las fusiones. Y el mundo de hoy, el mundo posmoderno, es fusión y es mezcla. Quizás Astor Piazzolla fue un posmoderno: la diatriba contra la falta de “pureza” de Astor Piazzolla es absurda.
Comprendamos que existe otra producción que no es la meramente económica. El mundo actual pone un gran énfasis en la producción simbólica: los medios, Internet, el cine, la cultura. La música acerca a los pueblos, es expresividad emocional, es un puente que debemos aprovechar para comprender otras culturas muy diferentes a las nuestras. “Pinta tu aldea y serás universal”, dijo Tolstoi.
* Antropóloga cultural, escritora y co-autora de Astor Piazzolla. Su Vida y Su Música (Editorial El Ateneo, 2002)
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