Un músico glorioso

Jueves, 02 de Mayo de 2002
La Gaceta, Tucumán

(“Astor Piazzolla. Su vida y su música”, por María Susana Azzi y Simón Collier, El Ateneo, Buenos Aires).

“Astor Piazzolla era, por su nacionalidad, argentino. Sus cuatro abuelos fueron inmigrantes italianos, cuatro de los millones de italianos que se trasladaron a la Argentina en la próspera época de oro de este país y dejaron en la cultura argentina huellas que siguen siendo muy vívidas aún hoy. En lo profundo de su ser, Piazzolla fue siempre en parte un inmigrante desarraigado y nostálgico. En diversos momentos de su vida residió en Mar del Plata, Nueva York, Buenos Aires, Roma, París y Punta del Este; pero si bien se inspiró en muy diversas tradiciones, su música es esencialmente argentina. Como compositor, arreglador, director e instrumentista, su especialidad fue la música de Buenos Aires: el tango. A veces decía que había tenido tres grandes maestros: Alberto Ginastera, Nadia Boulanger… y Buenos Aires.

Pero aunque era cabalmente un tanguero y estaba imbuido por completo de la cultura del tango, tocó siempre la música de Buenos Aires a su manera. En su obra se produce algo así como una convergencia del tango, la música clásica y del jazz. Convirtió al tango (que, como el jazz, tuvo orígenes turbios) en una forma de música de cámara contemporánea. Rompió con el tango tradicional, osificado en la década del cincuenta luego de una hegemonía durante treinta años como música popular de Buenos Aires, y por esta razón los tradicionalistas nunca lo perdonaron. La guerra absurda librada en la Argentina entre los piazzollistas y los anti-piazzollistas duró décadas. Promotor de una profunda renovación de la música del tango, Piazzolla evolucionó constantemente, y su obra fue un reflejo de Buenos Aires, del tráfago y el estrépito de la sociedad contemporánea, y de toda la gama de las emociones humanas. Adorado y vilipendiado, murió en 1992. Hoy es considerado una de las glorias de la cultura argentina.

Su intención artística fundamental fue combinar su empuje renovador del tango con el placer que le causaba experimentar cruzando fronteras y explorando diversas culturas y géneros musicales. Era una encarnación viviente de la integración y el crossover. No significa que haya negado alguna vez sus raíces argentinas; pero también fue un transgresor en el verdadero sentido del término, siempre abierto a nuevas influencias. Sin dejar nunca de ser tanguero, decidió crear algo más universal. El lema de Tolstoi, Pinta tu aldea y pintarás el mundo, era una de sus frases favoritas. Y pintó su gran aldea con un talento tan consumado que los músicos y luego el público afluyeron a él en cuatro continentes. Aunque no vivió para comprobar la magnitud de este fenómeno, ahora el mundo ha descubierto a Astor Piazzolla: argentino, tanguero y, por sobre todo, músico.

Se nos ocurrió la idea de este libro en el curso de un almuerzo en la Recoleta de Buenos Aires un día de noviembre de 1994 y comenzamos a trabajar en él a mediados de 1995. Esta es una biografía, la vida de un músico cuyas decisiones vitales como ser humano siempre influyeron en su obra. En sentido literal, la gloriosa música de Piazzolla puede hablar por sí misma”.

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